Visceral, surrealista, tragicómico pero sin embargo, extrañamente tierno y delicado. Así es el arte de Ana Elena Pena, un viaje psicodélico de colores vibrantes, que mediante puñaladas certeras nos enfrenta a los miedos y obsesiones reinantes en la cultura moderna.
Una crítica feroz pero debidamente edulcorada al culto exagerado a la belleza, la pérdida de la fe, el abuso infantil y sus traumas y la violencia de género.
Un universo femenino plagado de modelos de mujer-niña imposibles, en ocasiones excesivos, decadentes y teatrales, pero siempre fácilmente reconocibles y entrañables.
El dolor enfrentado al placer, y la vida triunfando sobre la muerte. Erotismo incandescente que sorprende...y una pequeña muestra a todo color de que hay mucho de divino en lo humano, y mucho de humano en lo divino.
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